Los empresarios deben enfocar todos sus esfuerzos en
la ejecución real de su propósito o actividad económica, mientras que
profesionales en la materia responden por el manejo de la nómina.
Sin importar el tamaño, ingresos o actividad
económica de la compañía, todos los empleadores que realizan pagos a sus
trabajadores cuentan con un proceso llamado comúnmente “nómina”, algunas
complejas que incluyen procedimientos no solo de conocimiento laboral, sino
también tributario, y aquellas que no van más allá de un par de descuentos y un
neto a pagar. Lo cierto es que aun cuando los valores devengados por el
trabajador pueden ser el mínimo establecido en Colombia, todo proceso de nómina
puede acarrear consecuencias graves para el empleador, debido, en gran parte,
al profundo desconocimiento normativo que existe. Sin embargo, sería injusto
solamente culpar al empleador de este desconocimiento, pues desde el principio
se evidencia un absoluto desinterés de las instituciones de educación superior
por enseñar esta labor tan compleja, ya que venden el conocimiento como
estudios adicionales a una carrera profesional en lugar de darle la importancia
que merece.
Hay que entender que lo que
decidimos llamar nómina comprende internamente cuatro grandes procesos
descritos: pago a trabajadores, pago a sistemas de seguridad social y
parafiscales, provisión de valores para prestaciones sociales, cálculo y pago
de obligaciones tributarias, fiscales y judiciales.
En Latinoamérica, cerca de
seis países comparten aspectos muy similares con la regulación colombiana en
materia laboral. Sin embargo, está comprobado que, de todos, nuestro país
cuenta con el método de aporte y contribución más complejo, lo cual se
evidencia en que, por ejemplo, hay por lo menos cuatro formas distintas de
determinar el ingreso base cotización (IBC), además, entender que no es igual
el Sistema Integral de Seguridad Social (SISS) que el sistema parafiscal y que,
por lo tanto, para ambos, el IBC se calcula distinto, así como que la base para
aportar de ellos no es la misma base que utiliza la Dian para determinar si un
empleador debe realizar retención en la fuente por salarios a su trabajador y,
por último, que las prestaciones sociales determinadas por la ley como
cesantías, intereses de cesantías, prima y descansos remunerados o vacaciones
se calculan de una manera completamente distinta.
Es aquí cuando nace la
pregunta: ¿Mi empresa o yo como empleador tenemos la capacidad suficiente para
ejecutar el proceso de nómina? ¿Puedo hacerlo sin poner mi patrimonio en
peligro? Personalmente, considero que un proceso de nómina es la unión perfecta
de tres factores completamente necesarios. El primero de ellos es un software de nómina ajustado a las necesidades
de mi empresa o mi actividad, porque no todos los empleadores son iguales, sin
que esta necesidad pase por encima lo que se está establecido legalmente. La
segunda está enfocada en un personal 100 % calificado y con habilidades no solo
numéricas, sino también de análisis que le permita al empleador encontrar
errores desde la misma vinculación del personal y, por último, pero, no menos
importante, un empleador dispuesto a no ceder ante la tentación de evadir las
responsabilidades interpuestas por la norma y vigilada muy celosamente por
entidades que a la hora de fiscalizar no tienen piedad alguna.
La UGPP y la Dian
Para el año 2016, la Unidad
de Gestión de Pensiones y Parafiscales (UGPP) ya había adelantado cerca de
20.000 procesos de fiscalización, de los cuales el 13,3 % correspondían a
empleadores, lo que quiere decir que en sus primeros cuatro años de gestión
2.660 empleadores tuvieron que soportar ante la UGPP el porqué de sus cálculos
erróneos y demás, así que vale la pena preguntarse en qué porcentaje estamos
actualmente.
A todo este panorama hay
que sumarle la automatización del reporte a la Dian por medio de la nómina
electrónica, situación que ha puesto en jaque a más de un empleador, porque si
antes daba miedo equivocarse, ¡ahora aterra! Se acaba el tiempo y el
espacio se reduce cada vez más para aquellos que se niegan a ejercer un control
adecuado de lo que se refiere a los pagos de sus trabajadores.
La posguerra trajo algunos
cambios en el mundo empresarial, entre ellos la aparición del concepto
“tercerización”, algo un poco difícil de entender al principio, pero que, a
largo plazo, ofrece alternativas favorables para toda organización:
empaquetado, distribución, recolección, administración y contabilidad,
prácticamente todas las áreas de una empresa caben en ese concepto, que no es
otra cosa que dejar en manos de especialistas la ejecución de un proceso que
para la empresa resulta costoso de llevar por sus propios medios.
Para los que analizan las
cifras de las empresas, resulta llamativo el ahorro que representa el hecho de
no tener equipos que pueden ir desde una persona, hasta un área entera
laborando en las instalaciones de la compañía, de las que, además de su sueldo,
requieren aportes a seguridad social, parafiscales, pago de prestaciones sociales,
equipos y servicios públicos, entre otros, a cambio de tener un equipo de
especialistas a su entera disposición listos para procesar la información
suministrada por la empresa en los periodos que la misma considere adecuados,
ya sean semanales, quincenales, mensuales y cualquier otro que pueda ser
efectuado.
La estrategia puede llevar
los resultados favorables de una compañía al punto más alto del ahorro en el
gasto anual y con la completa seguridad de no tener que llegar a justificar
ante ninguna entidad sus procedimientos, siempre y cuando se haga con un
tercero no solamente reconocido, sino también profesional y responsable. El
ciclo de cambios tecnológicos ha abierto las puertas a procesos tal vez más
complicados, pero no ha existido mayor oportunidad de mejora que esta que
estamos viviendo, pues, como se dice popularmente “es ahora o nunca”.
Este es el momento de poder
garantizar como gerencia un debido aporte a las administradoras del Sistema de
Seguridad Social, la optimización de recursos en ahorro de tiempo y dinero, lo
que también parece como un salvavidas para los revisores fiscales que con su
firma “certifican” que los aportes están realizados de manera correcta. Si
usted, señor empleador, está decidido a tener entre sus opciones la tercerización
de un proceso tan delicado como la nómina, asegúrese de tener una asesoría y
respaldo integral, porque muchos son los “profesionales” en el mercado, pero es
necesario tener la certeza que ante cualquier reclamación el empleador no será
el doliente.
A la nómina suelo definirla
como un proceso operativo que respalda las acciones legales definidas en un
contrato laboral y, por ende, no puede existir sin una real asesoría tanto
jurídica como tributaria, desde allí nacen todas las posibilidades que pueden
tener los empleadores para cumplir con dicho elemento integrante del contrato
laboral, definido en los artículos 127 y 128 del Código Sustantivo del Trabajo,
pues de este proceso nacen las grandes decisiones de la compañía en cuanto a
gestión humana, como beneficios, ayudas, auxilios, remuneraciones y demás.
Es un proceso que respalda
e integra otras operaciones, como el reporte, recobro y recaudo de
incapacidades reconocidas por entidades promotoras de salud y aseguradoras de
riesgos laborales, que es otro foco de pérdidas agigantadas de dinero para las
organizaciones, ya que más del 45 % de las incapacidades en Colombia no se
recobra y, naturalmente, necesita del ojo de un abogado experto en el tema y de
un contador que asegure su tributación, sin que eso signifique que estos
perfiles sean quienes las elaboren.
En conclusión, pasamos de
mantener costosos sistemas y áreas para reconocer un ligero costo de
administración, que puede oscilar entre el 10 % y el 25% de la suma total de
los tres procesos descritos anteriormente, claramente dependiendo de la
cantidad de personal o novedades que integre la compañía.
Las empresas de hoy son dinámicas, flexibles y
arriesgadas. Es el momento de enfocar todos sus esfuerzos en la ejecución real
de su propósito o actividad económica, mientras que profesionales en la materia
toman en sus manos la gran responsabilidad de ese proceso al que muchos en las
empresas le huyen: el manejo de la nómina.
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