Todos los eventos suceden en los primeros años del segundo milenio de la
historia después de Cristo, época en que el mundo cristiano de la Europa
Occidental decide aventurarse en la recuperación de la Tierra Santa en manos de
pueblos musulmanes.
1.
¿Quién está realmente a cargo?
Esta
historia es una perla, por su simplicidad, belleza y significado.
En el
año 1188 el Arzobispo inglés de Canterbury efectúa un viaje a Gales para
reclutar jóvenes soldados que contribuyeran a la lucha que se sostenía contra
el sultán Saladino. Las tropas de Saladino habían reconquistado la ciudad de
Jerusalén y el mundo cristiano hacía esfuerzos para retomarla.
En respuesta a la airosa solicitud del Arzobispo para contar con nuevos guerreros, un joven del pueblo dio un paso al frente y se ofreció como voluntario, en una muestra de coraje que miraban todos sus vecinos.
En ése
momento las cosas se complicaron. La esposa del joven se colgó de su cintura e
impidió que prosiguiese con sus hidalgas intenciones. Ella no estaba de acuerdo
con la decisión del marido, y así lo dejó establecido.
La
lección para el liderazgo queda patente en esta historia: quién toma
efectivamente las decisiones que importan no siempre es el que parece. Y bien
hace todo líder en tener claro esto antes de establecer cualquier convocatoria.
Según los registros, el joven de la historia finalmente se unió a la cruzada y partió a tierra santa. Sin embargo el pequeño problema podía haberse evitado si el Arzobispo entendía primero que su convocatoria debía estar dirigida tanto al joven como a la decidida esposa, o como bien podría decirse ahora: orientada apropiadamente a los “grupos de interés”.
A
comprenderlo bien: El circuito de poder en la toma de decisiones no es siempre
el que aparenta, e identificarlo correctamente establece ventajas importantes.
2. ¿Qué motiva específicamente a quien
toma la decisión final?
Cuando
el conde Roger de Sicilia fue abordado por un cruzado llamado Baldwin que le
solicitaba utilizar la isla de Sicilia como base para la invasión del norte de
África, su primera respuesta fue emitir una flatulencia. Luego se puso furioso
y le dijo al emisario: “en nombre de mi religión, tiene más valor ésa
flatulencia que todo lo que tengas que decirme”.
Si bien
era cierto que África estaba a una distancia no mayor a 75 millas de la isla de
Sicilia y el plan de invadirla era militarmente una buena idea, no se tomaban
en cuenta los intereses del conde Roger. Él había invertido mucho tiempo,
prácticamente toda su vida adulta, desarrollando vínculos de comercio con la
gente del Norte de África, y la invasión desde Sicilia echaba todos sus
esfuerzos por la borda.
Lo máximo que hizo Roger fue sugerirles a los cruzados que encontrarán otro lugar, preferentemente al otro extremo del Mediterráneo, para considerar sus objetivos con África.
Si los
asesores de Baldwin hubieran hecho bien la tarea previa, habrían quedado en
evidencia los intereses del conde Roger en toda esta historia.
Las
motivaciones de las personas no siempre se manifiestan de manera superficial,
no son en todos los casos aquellas que se observan con facilidad. Y en el hecho
de identificarlas existe una ventaja extraordinaria para la dirección de los
eventos, y para conseguir aquello que se desea en la interacción.
3. Nunca sabrás qué tan exitoso puedes
ser hasta que lo intentes
En el
año 1095 cuando el Papa Urbano II inició viaje por varios países del continente
europeo para solicitar apoyo a sus intenciones de pelear por Tierra Santa, las
probabilidades que tuviera éxito eran escasas.
Unos
años antes el Papa Gregorio había efectuado sentidas solicitudes al mundo
cristiano para apoyar las causas de Levante y los resultados fueron pobres.
Nada hacía suponer que Urbano tuviera buenos resultados. Pero él igualmente inició el periplo y con toda pasión emitió solicitudes y arengas por todo el continente. Rápidamente consiguió que al menos un obispo le solicitara de rodillas ayudarle en el empeño. Luego todo tuvo la dinámica de las piezas de dominó que caen unas sobre otras. La gente clamaba por acompañar el esfuerzo de la cristiandad en Tierra Santa.
El Papa
Urbano II había alcanzado éxito en su propósito. Más de lo que hubiera
imaginado en un principio. O para exponerlo de otra manera: simplemente abordó
la tarea y superó, incluso, sus propias expectativas.
Y esto
es algo de lo que se puede aprender mucho.
4. ¿Cuáles son los costos verdaderos?
El 15 de
julio del año 1099 los cruzados tomaron la ciudad de Jerusalén. El objetivo
había sido alcanzado. El propósito de haber organizado a toda la cristiandad se
perfeccionaba. Sin embargo, ¿cuál fue el costo de la campaña? ¡Aparentemente
mucho mayor de lo que cualquiera hubiera estimado!
Después
de la victoria, muchos cruzados regresaron a casa enfermos y heridos. Pocos
llegaban con algo más de lo que habían invertido y gastado en el empeño.
Algunos
retornaron con reliquias santas, como pedazos genuinos de la cruz donde
martirizaron a Cristo, pero la mayoría solo regresó con heridas físicas y
mentales. Incluso uno de los cruzados paradigmáticos, que aseguraba haber sido
el primer cristiano en pisar Jerusalén, llegaba con una sola mano, mutilado
para siempre.
En
definitiva, el objetivo se alcanzó. Los medios se dispusieron. El liderazgo
consiguió unir los propósitos y las personas expusieron su mejor trabajo y
sacrificio. Pero el costo de todo ello excedió cualquier ganancia. Y en ése
sentido quedó en entredicho, para el devenir de toda la historia, el propio
objetivo inicial.
5. La confianza excesiva puede ser desastrosa. O el patético error de subestimar la tarea y la inteligencia del adversario
En julio
de 1221 un ejército de cruzados se embarcó en el rio Nilo para perseguir a un
sultán que huía con su corte y ejército.
Las
tropas cristianas estaban enfervorizadas, llenas de optimismo y confianza por
el recuerdo reciente de la derrota que impusieron a sus enemigos al capturar la
ciudad de Damietta, cerca de un año y medio antes. Ésa batalla había provocado
que el sultán huyera río arriba. Los líderes del ejército cristiano buscaban
atraparlo y creían firmemente en la victoria, incluso existía una profecía que
les anticipaba el laurel.
Sin
embargo, perseguir al Sultán por el Nilo, y río arriba, demostró ser un error.
El
sultán utilizó a su favor las inundaciones anuales que sufría el río no solo
para defender su posición, también para destruir al ejército invasor. Los
reportes de la época señalaban que los cristianos que se retiraron ebrios a sus
tiendas de campaña o se echaron a dormir, murieron ahogados. Igualmente las
mulas que cargaban armamento, tesoros y comida.
Nada
podían hacer los invasores. Dos días después tuvieron que rendirse. No solo
perdieron ésa batalla, también tuvieron que rendir la ciudad de Damietta que
conquistaron poco tiempo antes.
A esto
puede llevar la confianza excesiva. No importa la calidad en la que se
sustenten sus argumentos. El líder inteligente nunca peca de ello, jamás
anticipa la victoria fácil. Pero por sobre todo no comete el error de
subestimar la inteligencia del adversario. Éste es el error capital, el que
transforma la genialidad en soberbia, la joya más valiosa en vulgar baratija.
Fuente:https://www.emprendices.co/5-sorprendentes-lecciones-de-liderazgo-de-los-caballeros-de-las-cruzadas/
No hay comentarios:
Publicar un comentario